Día Mundial de las Aves Playeras: Conoce sus características y las amenazas que enfrentan en sus viajes migratorios 

Se trata de un grupo diverso de aves del orden Charadriiformes, que incluyen a los chorlos, becacinas, playeritos, pitotoyes, pilpilenes, perdicitas, pollitos de mar, zarapitos, caití, entre otras. Estas especies,  suelen tener patas y dedos largos para movilizarse en ambientes lodosos, anegados o inundables, y picos alargados especializados para la búsqueda de alimento en los ambientes mencionados. Además, poseen plumajes crípticos que les permiten camuflarse en sus respectivos ambientes, lo cual es más notorio en pichones.

Una de las características más asombrosas de estas especies son sus migraciones kilométricas, que las llevan a recorrer continentes enteros. Las aves playeras neárticas, por ejemplo, cruzan hemisferios completos durante su temporada post reproductiva, mientras que algunas aves playeras australes o también llamadas neotropicales, migran cada año desde el extremo sur de Chile donde se reproducen para luego trasladarse hacia latitudes más cálidas, tanto por el pacífico como por el atlántico. 

Entre los ejemplos más impresionantes de las migraciones neárticas, se encuentra el zarapito de pico recto (Limosa haemastica), que en 2020 recorrió exactamente 9.350 kilómetros en solo seis días sin parar, viajando desde Chiloé hasta Kansas, Estados Unidos. Otro caso emblemático es el del playero ártico (Calidris canutus), que con apenas la mitad del tamaño del zarapito realiza migraciones de hasta 16.000 kilómetros (solo en el viaje de ida) entre Tierra del Fuego y el Ártico, donde llega para reproducirse. 

Según el artículo Fantastic Journeys: Shorebirds Are Next-Level Athletes, alrededor de 20 especies de aves playeras han registrado vuelos directos de más de 5.000 kilómetros sin detenerse. El récord lo tiene Limosa lapponica (Bar-tailed Godwit), pariente del zarapito de pico recto capaz de hacer un vuelo ininterrumpido de aproximadamente 12.000 kilómetros durante nueve días, desde Alaska hasta Nueva Zelanda. Otras especies más pequeñas, como el playero semipalmado (Calidris pusilla), de apenas 22 gramos -menos que una manzana-, realizan travesías de 5.300 kilómetros, lo que equivale a correr 126 maratones consecutivos. 

Estas hazañas los convierten en verdaderos maratonistas alados, con adaptaciones fisiológicas extraordinarias, ya que acumulan grandes reservas de grasa, remodelan sus órganos para ahorrar energía, y aprovechan el viento para impulsar su vuelo, alcanzando velocidades hasta 100 km/h e incluso vuelan a alturas comparables a los aviones. 

Sin embargo, estas extraordinarias migraciones también las hacen especialmente vulnerables. Entre las principales amenazas que enfrentan se encuentran la pérdida y degradación de hábitats, el tránsito de vehículos y motos sobre zonas de nidificación, alimentación y descanso, la presencia de perros sin supervisión, la presión por cacería, la introducción de especies invasoras, la contaminación y los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y la alteración de humedales. De hecho en Norteamérica, las aves playeras constituyen el segundo grupo de aves con mayores declinaciones poblacionales, y en Chile especies como la becacina pintada o chorlo de Magallanes enfrentan riesgos similares, los que las hace estar clasificadas en categoría de peligro según el reglamento de clasificación de especies nacional.

Se requieren medidas urgentes para abordar la disminución generalizada de las poblaciones de aves playeras. Dado que estas especies recorren múltiples países durante sus migraciones Inter-hemisféricas, su conservación depende de una red de hábitats saludables y disponibles a lo largo de toda la ruta migratoria. Las acciones de conservación deben adaptarse a las amenazas presentes en cada sitio: la pérdida de hábitats puede enfrentarse mediante mejor gobernanza, creación y fortalecimiento de grupos locales y restauración de sitios críticos, mientras que la presión por perturbaciones humanas pueden abordarse a través de políticas ambientales más fuertes, fiscalización y cumplimiento de la legislación y programas de educación y divulgación comunitaria.

En este contexto, existen esfuerzos de conservación a nivel hemisférico, nacional y local. Por ejemplo, la Estrategia de Conservación de las Aves Playeras de la Ruta del Pacífico de las Américas (PASCS) propone un enfoque integral desde Alaska hasta Chile, incorporando a comunidades humanas que conviven con estas aves. En nuestro país, el Ministerio del Medio Ambiente aprobó en 2023 el Plan de Acción para la Conservación de Aves Playeras de Chile, desarrollado junto a la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP), Manomet, la ROC y otros actores públicos, privados y académicos. Este plan identifica doce amenazas prioritarias y establece cinco líneas estratégicas: fortalecimiento de la gobernanza, empoderamiento comunitario, fomento de la investigación y monitoreo, protección y manejo de sitios clave, y buenas prácticas en actividades productivas y evaluaciones ambientales.

La situación es especialmente crítica si consideramos que en Chile se registran de forma regular, anualmente, al menos 23 especies de aves playeras neárticas. De ellas, al menos 7 presentan pérdidas de población acumuladas superiores al 70% desde 1980 (NABCI 2022). Su vulnerabilidad se explica por características como su baja frecuencia reproductiva, el comportamiento gregario durante la migración y los elevados requerimientos energéticos de sus desplazamientos.

Proteger a las aves playeras significa no solo asegurar su supervivencia, sino también resguardar la salud de los ecosistemas costeros y la biodiversidad que sostienen. Desde la ROC hacemos un llamado a sumarse a este esfuerzo colectivo, respetando playas y humedales, cuidando sus zonas de descanso y promoviendo buenas prácticas que permitan que estas viajeras incansables sigan conectando hemisferios año tras año.